Por Mary Murray
LA HABANA, 15 de sept (NBC)
El presidente de Cuba, Raúl Castro, anunció este verano una dura verdad que muy pocos se atrevían a reconocer abiertamente: “Cuba es el único país en el mundo donde la gente puede vivir sin trabajar”. Y luego prometió que eso acabaría.
En general, alrededor de 5 millones de personas, más del 85 por ciento de la fuerza laboral cubana, reciben cheques del gobierno. Castro advirtió en abril que casi un millón de personas improductivas podrían perder sus empleos. Ahora parece querer cumplir su promesa.
La recesión en Cuba está a punto de afectar a 500,000 empleados estatales, ya que podrían perder sus empleos a finales del primer trimestre fiscal de 2011. Y todo indica que esta podría ser sólo la primera oleada de despidos masivos. Lo que no está claro es cuán fuerte es el deseo del gobierno por implementar una estrategia que estremecería los pilares de la isla.
Reformas económicas
Desde que sustituyó a su hermano hace dos años, Castro parece determinado a reformar y modernizar la estancada economía cubana. Su plan comienza con la racionalización del gobierno grande, el relajamiento del control estatal sobre ciertas actividades comerciales y, con el tiempo, canalizar alrededor de un millón de puestos de trabajo hacia el sector privado.
Según el Centro de Estudios de la Economía Cubana (CEEC), la baja productividad es uno de los grandes problemas que afectan a la economía de Cuba, orientada principalmente hacia el sector de los servicios. El CEEC analizó la producción de alimentos y halló que el gobierno invierte cientos de millones de dólares en importaciones de productos que se podrían cultivar en la isla.
Por ejemplo, a pesar de haber entregado más de 2,5 millones de acres de tierras estatales sin usar a campesinos para que las cultiven de forma privada, el gobierno cubano tiene que invertir 983 millones de dólares al año en suministrar alimentos a los cubanos, como parte de su programa de raciones mensuales. Mucho de ese dinero está destinado a la importación de arroz y frijoles, dos productos que se podrían cultivar a nivel local.
Conjuntamente con los despidos masivos, el gobierno ha prometido crear las condiciones para que los cubanos comiencen a operar sus propias empresas y para que formen cooperativas privadas. Asimismo, el gobierno ha pronosticado que “cientos de miles de trabajadores” hallarán “nuevas formas de empleos no estatales” en los próximos años.
Fidel Castro nacionalizó todas las industrias en 1968. Posteriormente, el gobierno centralizado de Cuba ha dominado todas las áreas de comercio en la isla, tanto grandes como pequeñas, desde una dulcería de barrio y un taller de reparación de calzado hasta la industria eléctrica y las minas de níquel.
¿Una reforma real?
A lo largo de los años, el gobierno cubano ha aceptado de mala gana que algunos puestos de trabajo pasen al sector privado. En la década de 1990, cuando por primera vez la isla tuvo que enfrentar un gran índice de desempleo, el gobierno concedió licencias a unos 200,000 trabajadores para que comenzaran a operar sus negocios propios. Pero esa cifra comenzó a disminuir a medida que el gobierno empezó a restringir deliberadamente el número de permisos de trabajo por cuenta propia. En la actualidad, poco más de 143,000 cubanos está inscritos como trabajadores por cuenta propia. La población de Cuba es de unos 11 millones de habitantes.
Ahora, en otro cambio radical de postura, el gobierno cubano ha exhortado una vez más a los desempleados para que inicien negocios por cuenta propia. Sin embargo, hay confusión con respecto a los detalles de este proyecto. ¿Cuáles serán los empleos abiertos al sector privado? ¿Cuáles empresas estatales se transformarán en cooperativas de trabajadores? Eso nadie lo sabe con seguridad, aunque existe un documento, que se cree procede del Partido Comunista de Cuba, que indica que el gobierno tiene planes de proporcionar más autonomía al sector privado al mismo tiempo que cobra impuestos sobre los ingresos.
Si todo va de acuerdo con lo planificado, el gobierno podría recaudar unos cuantos millones de pesos en impuestos durante el primer año, según señala el documento. En la actualidad, los impuestos que se cobran al sector privado rinden 247 millones de pesos anuales, aproximadamente 12 millones de dólares.
Otro informe que también se filtró hacia varios periodistas y que, al parecer, también procede del Partido Comunista, aporta detalles que indican que casi ningún sector de la economía cubana quedará sin ser afectado. Los despidos comenzarán por los ministerios del Azúcar, la Salud Pública, el Turismo y la Agricultura. Después vendrán otros renglones, como la aviación civil y los servicios sociales. Los primeros empleados que serán despedidos son los que muestra una mala actitud laboral y rinden poco en sus trabajos.
Amortiguación
Los servicios sociales del país deben proporcionar cierta ayuda a los trabajadores que no pasen automáticamente a las cooperativas. Recibirán subvenciones por desempleo durante unos cuantos meses y continuarán disfrutando de atención médica y educación gratuitas, así como de gastos subsidiados de vivienda y una ración de alimentos que abarca alrededor de una semana de productos comestibles básicos.
Sin embargo, a pesar de esa ayuda, la comida continuará siendo una preocupación diaria para los cubanos. Todo lo que se compre por encima de la ración básica de alimentos para una semana, desde leche hasta algún tipo de carne, tendrá un aumento del 200 por ciento en el precio.
Pude conversar con una madre cubana que trabaja como maestra de Química en una escuela. Me dijo que gasta todo su salario en adquirir galletas y pollo para complementar la ración de leche, yogur, arroz y frijoles que le dan a su hijo, de 2 años, en el almuerzo de la guardería donde pasa gran parte del día mientras ella trabaja. Y ella no parece ser la única, ya que datos del CEEC indican que la familia promedio en Cuba gasta entre el 70 y el 80 por ciento de sus ingresos en comprar alimentos, comparado con el 20 por ciento que invierten las familias en el mundo desarrollado.
¿Hasta dónde llegará la privatización?
Aunque el plan gubernamental no entrará oficialmente en vigor hasta el 1 de octubre, hace unos meses el gobierno dio inicio a cierto número de proyectos piloto que han resultado satisfactorios. Por ejemplo, varios salones de belleza y barberías de barrio han sido convertidos en cooperativas de trabajadores. Asimismo, autos estatales han sido asignados a taxistas privados. ¿Qué vendrá después? Probablemente los talleres de reparación de autos y la construcción de viviendas.
El economista Oscar Espinosa está de acuerdo con que la economía cubana necesita una gran reforma. Espinosa ha pasado tiempo en la cárcel por expresar sus puntos de vista al respecto y criticar al gobierno. El economista, sin embargo, pone en dudas que el gobierno cubano lleve a cabo una reforma seria y pueda acabar con su voraz burocracia para permitir que la industria privada florezca en el país.
Asimismo, Espinosa considera que de nada valdrá este plan si el gobierno no hace una reforma profunda en el deteriorado sistema económico del país.
“La economía cubana necesita una reestructuración completa que acabe con los dogmas y los prejuicios contra la propiedad privada, libere las fuerzas de producción y deje que la gente trabaje con plena libertad”, expresó Espinosa. “El único papel del gobierno en la economía debe ser el cobro de impuestos”.
Espinosa no es el único que se pregunta si el gobierno cubano podrá realmente echarse a un lado y eliminar todos los trámites burocráticos que pueden enredar estos nuevos esfuerzos. Una reglamentación particularmente engorrosa, que hasta ahora ha estado en vigor, obliga a los trabajadores por cuenta propia a comprar sus materiales y suministros directamente del Estado. En el caso de los artistas y artesanos, esa medida ha arruinado sus negocios.
Hace 10 años, un grupo de artistas construyó una prensa de serigrafía y comenzó a imprimir a mano sus diseños originales en camisetas y pulóveres. Luego fueron de tienda en tienda para vender sus productos en consignación. Debido a sus diseños novedosos y precios moderados, los consumidores se enamoraron de sus prendas y los artistas apenas podían satisfacer la demanda.
Su negocio operaba de acuerdo con la ley, pues compraban las tintas y otros materiales en centros estatales y luego vendían sus productos exclusivamente a tiendas administradas por el gobierno. Incluso, tenían que pagar impuestos antes de recibir el dinero de las ventas. En ocasiones, les tomó meses para ver las ganancias, pero como promedio cada artista obtenía unos 10,000 pesos mensuales (491 dólares), lo cual es alrededor de 16 veces el salario de un cirujano en Cuba.
Posteriormente, la temporada de huracanes de 2008 arrasó en la isla y provocó daños por 10,000 millones de dólares, extrañamente casi la misma cantidad que la isla ganó ese año en divisas derivadas del comercio internacional. El gobierno dijo entonces a los cubanos que tenían que ajustarse los cinturones, lo que significó que todas las importaciones innecesarias, como las telas para fabricar pulóveres y camisetas para turistas, fueron suspendidas.
Como resultado, muchos de estos diseñadores llevan más de un año sin trabajar porque, según las nuevas leyes que ahora rigen a los artistas y artesanos que trabajan por cuenta propia, ellos no pueden importar los materiales por sí mismos. En el pasado, algunos pidieron a amigos que viajaban al extranjero que les trajeran una o dos cajas de pulóveres blancos, pero luego se enteraron de que los pedidos habían sido confiscados en la aduana por violar las normas de importación de la isla.
¿Cambiará de opinión el gobierno?
Incluso sin la existencia de tantas leyes, no es fácil iniciar un negocio en otras partes del mundo. El Departamento de Pequeñas Empresas de Estados Unidos indica que un tercio de las nuevas compañías en ese país fracasan durante sus primeros dos años de operación.
En ese sentido, uno de los documentos filtrados del Partido Comunista advierte que muchos negocios privados en Cuba podrían “fracasar en un año” debido a la mala administración y la falta de experiencia empresarial.
Sin embargo, Nereida Pérez, de 55 años, pone en duda esa probabilidad. Durante años, ella administró satisfactoriamente un puesto de venta de alimentos antes de que autoridades de La Habana se lo clausuraran en 2005 junto con otros pequeños negocios callejeros. Nunca les dieron una razón para el cierre de sus negocios, pero Pérez cree que en aquel momento al gobierno le molestó que los vendedores estuvieran ganando mucho más dinero que cualquier empleado estatal. Pérez dice que, como promedio, ella ganaba unos 6,000 pesos al mes (295 dólares) vendiendo sándwiches a médicos y enfermeras, así como a visitantes y pacientes en el exterior de un hospital metropolitano.
Si la economía se abre, como han prometido, Pérez tiene planes de volver a su antiguo negocio, aunque admite sentir un poco de miedo después de haberse enfrentado a la burocracia gubernamental cubana.
“Hay que tener cuidado”, dijo. “Después que inviertes tu dinero, el gobierno puede cambiar de opinión y eso significa que lo pierdes todo. Voy a esperar para ver qué pasa antes de tomar una decisión”.
Una prima de Pérez, que no quiso ser identificada, administra una empresa de construcción del gobierno cubano que emplea a unas 1,000 personas. En enero, el gobierno le ordenó revisar la nómina para recomendar cuáles puestos de trabajo se pueden eliminar.
La administradora teme a la tarea que le espera, pues le han ordenado que tiene que despedir a unos 100 empleados a pesar de que ella no cree que esos puestos de trabajo se deben eliminar.
“Comprendo que los despidos son necesarios, pero espero que alguien esté analizando el panorama completo. ¿Cómo reaccionará la gente que sea despedida? ¿Cómo afectarán los despidos a la moral de los trabajadores que queden? Tal vez todos empiecen a pensar en quién será el próximo. Sólo puedo rogar que alguien haya pensado en cómo esto afectará a la sociedad en general”.
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