Héroes de nuestro tiempo

"Uno de los rasgos más repugnantes de la dictadura caribeña ha sido su vieja costumbre de regalar presos a los políticos occidentales que iban a hacer el besamanos al dictador, para que ganaran bonos en sus países como salvadores y dieran testimonio de lo flexible que podía ser el régimen cuando era tratado con comprensión".

EL ANÁLISIS
Mario Vargas Llosa

Que una veintena de presos políticos cubanos hayan sido excarcelados y venido a España con sus familias, y que el Gobierno de Raúl Castro haya prometido excarcelar en los próximos “cuatro o cinco meses” a algunas decenas más es una buena cosa, sin duda, y hay que alegrarse por ello.

…¿Por qué han podido salir de la isla? ¿Por los buenos oficios de la Iglesia católica, “acompañada” del Gobierno español, según la fórmula empleada por el ministro de Asuntos Exteriores Miguel Ángel Moratinos? Mi impresión es, más bien, que el Gobierno cubano, viéndose en una tesitura sumamente difícil luego de la muerte del disidente Orlando Zapata, tras 86 días de huelga de hambre, que provocó condenas en todo el mundo, y la inminente muerte de Guillermo Fariñas que llevaba cerca de 130 días en huelga de hambre, decidió hacer un gesto y se sirvió de ambos para sus propios fines. ¿Cuáles? El primero, desactivar la campaña exterior contra el régimen y levantar algo su desprestigiada imagen institucional.

El segundo, más importante, conseguir mediante estas excarcelaciones que la Unión Europea abandone la Posición Común que suspende toda colaboración económica con el régimen mientras no haya una mejora tangible de los derechos humanos en la isla. Para la dictadura cubana, que vive una situación económica crítica, de la que no sabe cómo salir porque teme que cualquier apertura a la inversión privada y liberalización del mercado la debilite y signifique el principio del fin de la estructura vertical que la sostiene, la cooperación y ayuda exterior son el balón de oxígeno indispensable para alargarle la vida.

Es ingenuo pensar que la excarcelación de unas decenas de presos políticos constituye una reforma sustantiva de la política del régimen contra la oposición. Uno de los rasgos más repugnantes de la dictadura caribeña ha sido su vieja costumbre de regalar presos a los políticos occidentales que iban a hacer el besamanos al dictador, para que ganaran bonos en sus países como salvadores y dieran testimonio de lo flexible que podía ser el régimen cuando era tratado con comprensión. Este innoble tráfico de carne humana en las relaciones públicas puede permitírselo sin riesgo alguno una satrapía cuya reserva de prisioneros políticos es un barril sin fondo, y reemplaza a discreción los presos que ofrece a sus huéspedes importantes.

Por el momento, nada ha cambiado, salvo que -¡en buena hora!- unos cuantos héroes de nuestro tiempo han podido salir de Cuba con sus familias a iniciar la difícil vida del destierro…. No hay una sola disposición, reglamento o ley que sirviera para mandar a la cárcel a los disidentes que haya sido suspendida, abolida o corregida, ni la menor promesa del Gobierno cubano que haga suponer que la excarcelación es el inicio de una política de tolerancia para los objetores.

El Gobierno socialista español cree que sí lo es y este es el argumento con que el ministro Moratinos tratará de convencer a sus colegas de la Unión Europea para que levanten la Posición Común y la sustituyan por una política de apaciguamiento, amistad y “diplomacia silenciosa” que vaya persuadiendo discretamente a la dictadura de que inicie de una vez una apertura real.

Confieso que nunca he entendido por qué un Gobierno democrático, en el que hay un buen número de luchadores contra el franquismo que vivieron en carne propia lo que significa una dictadura totalitaria, lleva a cabo con Cuba una política que, en términos prácticos -son los que importan- solo sirve para prolongar la existencia de una dictadura atroz, que lleva más de medio siglo, y que ha hundido a los cubanos en la miseria, el miedo, la inseguridad y el más cruel despotismo. Y, peor todavía, que constituye una recusación y hostilidad flagrantes contra una oposición que, jugándose la vida y exponiéndose a abusos y represalias vesánicas, lucha para que Cuba alcance lo que tiene España desde la muerte de Franco.

Me lo he preguntado muchas veces y cada vez me parece más difícil encontrar una respuesta que no implique una patética falta de visión, la pequeñez o la ceguera. ¿El acercamiento a la dictadura cubana del Gobierno socialista español es, simplemente, una manera de mostrar un cambio radical de política con la del Gobierno de José María Aznar, quien persuadió a Europa de adoptar la Posición Común? Si fuera así, la política exterior de España no sería más que un juguete sin brújula al servicio de menudas querellas partidistas, sin continuidad, horizonte geopolítico ni moral.

Tal vez, la explicación sea de otra índole. El socialismo español, afortunadamente para España, de socialismo tiene ya solo el nombre (y acaso la nostalgia). Como todos los partidos socialistas del Occidente, el español se ha modernizado, renunciando a los viejos paradigmas ideológicos, la lucha de clases, el estatismo, el colectivismo, el dirigismo económico, y ha terminado por conformarse a realidades que antes combatía con encono, la empresa privada, el mercado, la inversión extranjera, y es, hoy día -aunque nunca lo reconocería en estos términos- un baluarte del capitalismo y de la democracia liberal. Sus diferencias con los partidos conservadores y centristas son menudas e intrascendentes, salvo en la retórica de sus dirigentes, en la que a veces sobrenadan los antiguos clisés de la enterrada ideología.

Me pregunto si la incomprensible e inmoral política del Gobierno socialista español de colaboración con el castrismo no es una manera para sus dirigentes de demostrarse a sí mismos que no es verdad que hayan dejado de ser socialistas, que ahí está la prueba, lo que hacen para salvarle la vida a la acorralada revolución cubana, que, aunque haya cometido muchos errores, es todavía el emblema de aquel socialismo que fue el suyo, cuando eran jóvenes y utópicos y creían que la peor de las lacras de la humanidad fue la aparición del capitalismo egoísta y vil.

…. Hago votos para que, siguiendo lo que piden los presos políticos desterrados de Cuba, la Unión Europea no cometa la imprudencia de renunciar a la Posición Común y la mantenga hasta que el régimen de los hermanos Castro dé pasos verídicos y comprobables de una democratización.

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