Obama salvó el capitalismo y fue castigado por ello

Mucho se habla del tsunami republicano que sepultó al partido democráta en un susceso electoral histórico. ¿Tan mal lo ha hecho Omaba para recibir este castigo? Para Timothy Egan, reconocido columnista del The New York Times, Obama salvó al capitalismo y explica muy bien porqué. En estas explicaciones menciona una serie de beneficios logrados que según él han sido desconocidos por el gran electorado, tal vez porque no tiene el alcance para comprenderlos.

Cómo es posible que un gobierno luego de excelentes estrategias aplicadas para obtener una reactivación de la absolutamente estrangulada economía, heredada por el peor gobierno que haya tenido esa nación -el mandato de Bush hijo-, reciba un rotundo NO en el voto de los electores, muchos de ellos que otrora  entregaron el SI que llevó a Obama a la Casa Blanca.

¿Dónde estuvo el error democráta? En mi opinión, si el ciudadano norteaméricano desconocía o no comprendía la verdadera escencia de los avances del gobierno en el manejo de la crisis, no cabría duda que hubo un grave problema de comunicación del gobierno a la población, política comunicacional que los democrátas omitieron y que ahora les pasó la cuenta.

En mi caso, yo le creo a Timothy Egan, porque además, siempre he tenido simpatía por los democrátas y mi voto simbólico es y será para Obama, al margen de sus errores que como a cualquiera se les pueda señalar.

A continuación los argumentos del columnista Timothy Egan, en el que ofrece datos muy interesante que aseguran que Obama es el salvador del capitalismo y por lo cual ha recibido tal castigo.

De cómo Obama salvó el capitalismo y perdió las elecciones intermedias

Por Timothy Egan
The New York Times
4 de noviembre de 2010


Si yo fuera uno de esos donantes corporativos que financiaron el tsunami republicano que llevó a más de 50 nuevos miembros de ese partido a la Cámara de Representantes, estaría cauteloso con lo que acaba de ocurrir.

Independientemente de la opinión que tengas sobre el presidente Barack Obama, él ha salvado al capitalismo y por eso ha pagado un precio terrible.


Supón que hubieras dispuesto de 100,000 dólares para invertir el día de la inauguración del gobierno de Obama. ¿Por qué invertir en un demócrata liberal? Porque el gobierno de George W. Bush produjo la mayor caída en la bolsa de valores en la historia presidencial de este país. El valor neto de los hogares estadounidenses se desplomaba mientras Bush se escabullía. Si necesitabas un préstamo para comprar una casa o para que tu empresa no se malograra, el sector privado de prestamistas ya se había deteriorado cuando Bush entregó el poder.


El 2 de noviembre de 2010, día de las elecciones intermedias, tus 100,000 dólares valían alrededor de 177,000 si los habías invertido estrictamente en el promedio NASDAQ durante el período presidencial de Obama. Asimismo, tenían un valor de 148,000 dólares si los invertiste en las 500 principales empresas de Standard & Poors. Esto debe producir una ganancia del 77 y el 48 por ciento, respectivamente.


Sin embargo, los mercados, aunque con visión de futuro, no se consideran marcadores precisos de la economía, y la gran recesión que sufre el país sesgó las cifras de Bush. Bien. ¿Qué tal si miramos hacia las grandes instituciones financieras que mantuvieron la maquinaria capitalista funcionando, como los bancos y las fábricas de autos?


El sistema financiero fue resucitado a través del plan de rescate económico de 700,000 millones de dólares, el cual comenzó en la era de Bush (un dato que la mayoría de los estadounidenses desconoce) y fue finalizado por Obama con la ayuda de la Reserva Federal. Este plan funcionó. Se espera que el gobierno alcance el equilibro tras una apuesta riesgosa para estabilizar el sistema mundial de libre mercado. Si Obama se hubiera guiado por los instintos populistas de muchos miembros de su partido, los cimientos del gran capitalismo podrían haber colapsado. Obama logró esto sin tener que nacionalizar bancos, como sugerían otros demócratas.


El rescate de la industria automovilística de Estados Unidos, que ha sido una carga enorme para el capital político de Obama, constituye un logro monumental que muy pocos aprecian, a menos que vivas en Michigan. Después de recibir la ayuda de Obama, las empresas General Motors y Chrysler están obteniendo ganancias en la actualidad con su fabricación de autos. Incluso están pensando en abrir fábricas nuevas. Más de 1 millón de empleos habrían desaparecido si la industria automovilística nacional se hubiese derrumbado.


“Debemos pedir disculpas a Barack Obama”, escribió la revista The Economist, que se oponía al rescate financiero de la industria automovilística, cifrado en 86,000 millones de dólares.


En cuanto a General Motors, tras resurgir de la bancarrota, lanzará una oferta pública de nuevas acciones en pocas semanas, mientras que el gobierno estadounidense, con su participación del 60 por ciento en las acciones comunes, se prepara para obtener ganancias. En efecto, la industria automovilística se ha salvado y es probable que el gobierno se beneficie económicamente de eso, lo cual es uno de los éxitos del gobierno de Obama.


Las tasas de intereses están en su punto más bajo. Las ganancias corporativas están iluminando las salas de conferencias. Este ha sido uno de los mejores años de ganancias en una década.


Todo lo anterior es bueno para el capitalismo y debe poner fin a cualquier debate serio sobre el socialismo de Obama. Más que nada, el hecho de que el presidente se enfrentara a los fallos estructurales de un sistema de libre empresa deteriorado, en vez de enfocarse en situaciones que el votante promedio pueda comprender, explica por qué el Partido Demócrata fue derrotado en las elecciones del martes. Simplemente, Obama se vio perjudicado por la ansiedad de los votantes en una década de fortunas disminuidas.


“Hemos hecho cosas que el pueblo ignora”, dijo Obama al presentador Jon Stewart.


¡Por supuesto! Los tres logros principales de sus primeros dos años de mandato, una reforma al sistema de salud que beneficiará a millones de personas; la reforma financiera que intenta nivelar el campo de acción con Wall Street; y el paquete de estímulo económico de 814,000 millones de dólares, todos han sido considerados como errores del gobierno y han sido rechazados por la mayoría.


Sin embargo, a su manera, cada uno de ellos debe fortalecer al sistema. La ley de salud mantendrá los costos bajos, mientras que le proporcionará a millones de ciudadanos la oportunidad de obtener cobertura médica, según la oficina de presupuesto congresional, un grupo sin afiliación partidista.


La reforma financiera intenta prevenir los tipos de crisis que causaron el colapso de la economía mundial. El paquete de estímulo económico, aunque incrementó drásticamente el déficit, evitó que se perdieran 3 millones de empleos, de acuerdo con datos de la oficina de presupuesto congresional. Asimismo, proporcionó un recorte a la mayoría de los contribuyentes, algo que el 90 por ciento de los estadounidenses desconoce.


Claro, nadie recibe crédito por impidir que un avión se estrelle. En las manifestaciones nadie ha gritado: “¡Podría haber sido peor!” Y más revelador aún, a pesar de un ligero repunte en la creación de empleos este año, es que la tasa de desempleo subió del 7.6 por ciento en el mes en que Obama asumió la presidencia al 9.6 por ciento en la actualidad. Ha habido miles de millones de dólares en ganancias, beneficios inesperados en la bolsa de valores y el sistema bancario se ha estabilizado, pero el sector laboral no.


Por supuesto, los grandes intereses monetarios que se beneficiaron de las iniciativas de Obama no han dado muestras de aprecio. Obama, cuando era senador, votó en contra del rescate financiero de AIG, la gigantesca e imprudente empresa de seguros. Como presidente, les concedió préstamos de tesorería en un momento en que los economistas dijeron que se podía hacer porque, de lo contrario, se podría arriesgar a un colapso mayor. La respuesta de esos grandes intereses fue entregar 165 millones de dólares en bonificaciones a sus ejecutivos y hacer donaciones este año al Partido Republicano.


El dinero fluye hacia el poder, ahora en las manos del partido que promete reducciones de impuestos y desregulación, algo que puede complacer grandemente a las grandes empresas.


El presidente Franklin Roosevelt también salvó al capitalismo en 1933, en una época en que el sistema de libre empresa había fracasado. A diferencia de Obama, Roosevelt fue recompensado con victorias en las elecciones intermedias para su partido, porque la mayoría del pueblo estaba satisfecho con la dirección en que marchaba el país.


Obama se puede catalogar como el mejor amigo del consumidor y puede dar la bienvenida a la animosidad en Wall Street. Pero debe emprenderla con las empresas que descansan sobre una gran pila de dinero y no están contratando a nuevos empleados. A las empresas que sí están contratando y creando nuevos puestos de trabajo, Obama debe ofrecer incentivos fiscales. Asimismo, el presidente debe señalar a los gigantes del mundo de las finanzas por negarse a limpiar su propio reguero en la crisis hipotecaria, y debe enfocarse en la muy necesitada protección de los titulares de tarjetas de crédito que viene aparejada con la reforma financiera.


El presidente debe usar su poder de veto con cualquier proyecto de ley que intente revertir algunas de las protecciones básicas para el pueblo con respecto a las instituciones que controlan grandemente la vida de los ciudadanos, como son Wall Street, las empresas aseguradoras y las grandes corporaciones petroleras.


Los manipuladores de las grandes riquezas se quejan de una fiera tormenta y claman que hay una guerra contra las empresas, pero no están siquiera cerca de eso. Obama los salvó de la bancarrota y ha sido él quien ha pagado el mayor precio.
 
*Timothy Egan
Trabaja para The Times desde hace 18 años - como corresponsal del Noroeste del Pacífico. Su columna sobre la política y la vida estadounidense aparece aquí el jueves. En 2001, formó parte del equipo ganador del premio Pulitzer que escribió la serie "Cómo se vive la carrera en Estados Unidos." Él es el autor de varios libros, incluyendo "El peor momento duro", una historia de la gran sequía, con la que ganó el Premio Nacional del Libro y, más recientemente, "The Big Burn:. Teddy Roosevelt y el fuego que América Guardado".

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