Dice un anónimo que el odio es un sentimiento en el humano que produce una de las enfermedades más terribles en el alma: el dolor.
Lo cubanos somos una sociedad de enfermos a causa del odio y el dolor que éste nos ha producido por más de medio siglo, enfrentándonos unos contra otros en una despiadada y encarnizada hostilidad inacabable.
Nunca antes fue tan masivo el odio cubano, nunca antes de Fidel, un hombre que hizo una revolución con violencia y generó un sistema de poder sostenido por la violencia.
"La última debilidad de la violencia es que es una espiral descendente, engendrando lo mismo que busca destruir. En lugar de debilitar el mal, lo multiplica." Dijo Martin Luther King. Pero para Fidel, un belicoso por naturaleza, un terrorista verbal, un gestor de la polaridad y de la ira manifiesta, esta frase no le encaja.
A partir del populismo; Fidel fue dándole al “pueblo” lo que es del “pueblo”, nos hizo creer que era un gobierno del “pueblo” para el “pueblo”. Tanto decir “pueblo” lo engrandecía ante el “pueblo”. Y cualquiera que no estuviera de acuerdo con su doctrina, era el enemigo del “pueblo”. Es precisamente en este punto donde se origina el odio contra odio de los cubanos.
Por su parte, el “pueblo” se tomó este enunciado fidelista, tal cual, y como una especie de secta desarrolló el fanatismo revolucionario a su más alta cumbre. La palabra fanático deriva del latín fanaticus, que significa exaltado. Y en su Diccionario del Uso del Español, la gran filóloga María Moliner lo define como “partidario exaltado e intolerante de alguna creencia”.
Me quedo con la definición de Moliner porque es la perfecta ilustración de las turbas castristas: “partidarios exaltados e intolerantes”. Para que se produjera esta exacerbación de la masa fidelista, era necesario perfilar más al enemigo, apuntar contra él un odio ubérrimo, a sabiendas que el odio no se acaba hasta que el odiado es exterminado...qué terrorismo!
Hasta la actualidad el “pueblo” nos sabe que cuando Fidel se refería al “pueblo” era ser autorreferente, su egocentrismo, al peor estilo nazi, se alimentaba de ese culto a la personalidad, como un simple ejemplo de culto divino: toda una plaza llena de banderas bajo los fulminantes rayos de un sol caribeño, miles de cubanos obligados a asistir a la concentración, escuchando más de 8 horas seguidas su discurso y sus verborrea heroica. Totalmente desproporcionado, para mí, esta es la primera falta de respecto de Fidel hacia su defendido “pueblo”.
Nunca pude recordar ni siquiera fragmentos de alguno de sus discursos, pero sí recuerdo la constante reafirmación del imperialismo y capitalismo como adversarios monstruosos y los calificativos despectivos que depositaba en cada uno de los cubanos que no querían someterse a su secta revolucionaria. Delincuentes, traidores, ladrones, mercenarios, escorias, apátridas y gusanos, era lo menos que se le podía escuchar. Como tales, había que despojarlos de sus bienes privados, de sus hijos, de su historia, de sus orígenes, sus derechos y confinarlos al destierro o a la cárcel, dejarlos morir en huelga de hambre o fusilarlos por causas menores. La humillación más grande hecha a un ser humano contemporáneo debe haber sido la que hizo la revolución a los propios cubanos. Este denigrante escenario es el responsable de la otra parte del odio.
Ya para 1980 la represalia y el terror inducido por el gobierno se hacía insostenible para muchos cubanos, asfixiados de estar en su propio país se convierten en la segunda diáspora. Estos cubanos querían irse, dejar su isla, aunque eso significara para siempre, esto atentaba contra la imagen que la revolución exportaba, era una situación paradojal, se le estaba produciendo un infierno en el paraíso socialista, la panacea del siglo.
Indudablemente que había que tomar medidas inmediatas para no desilusionar a la izquierda latinoamericana de ese entonces, esa "surda" para quienes Cuba era luz, faro y guía. Por el otro lado era necesario un escarmiento a estos supuestos traidores, firme y ejemplarizante para el resto que quisiera convertirse en uno de ellos.
Qué hacer entonces, debió preguntarse la cúpula. Soltar el ejército a la calle, eso sería muy al estilo Pinochet. El “pueblo” era la salida, enfrentarlos contras aquellos de pensamiento independiente. El recorrido de las imágenes de la respuesta espontánea de este “pueblo” ante el mundo, reafirmarían la solidez y defensa de la revolución, sin que el gobierno se manche públicamente las manos.
Esa genial decisión estratégica significó actos de la violencia más feroz e indiscriminada contra mujeres, hombres y niños, a los que el “pueblo” maniobrado por el gobierno, golpeó, escupió, denigró, con intolerancia y exaltamiento, todo, por el sólo hecho de que otros cubanos quisieran hacer uso de su derecho de libertad, desconocida, pero al fin y al cabo libertad.
Con los últimos sucesos acontecidos en la isla y luego de la muerte del opositor Orlando Tamayo, la revolución ha sido señalada y condenada por la opinión pública mundial. El régimen no encuentra otra herramienta que volver a repetir el grave error del pasado 1980, pero ahora contra los disidentes dentro de la isla. Esos cubanos que no se van y determinan enfrentar las fuerzas represivas del gobierno.
Otra vez como perros rabiosos salen hacer actos de repudio las turbas disfrazadas de “pueblo” agreden y coaccionan a las Damas de Blanco, a blogueros y a cualquiera que se exprese, opine diferente o intente algún acto de manifestación contra Fidel.
El odio es la cólera de los débiles, dijo Alphonse Daudet como frase célebre. El régimen es consciente de su debilidad, esta inaplazable muerte de la revolución les debe producir terror porque se les está yendo de las manos el control al que tanto se aferraron. El miedo fue el eje central de la política castrista, y ese miedo inevitablemente provoca odio. Raúl Castro es prácticamente un zapatero remendón, parcha por aquí y remienda por allá al régimen moribundo, su estancamiento lo vuelve reiterativo de una estrategia desgastada y delirante como es tirar para la calle a los cubanos en un hervidero de odio y saña contra sus propios hermanos de patria.
Sería innumerables las atrocidades ejecutadas a los cubanos que han sido excluidos de su país, muertos en el mar, fusilados, vejados y encarcelados, impedidos de volver a la patria, etc., etc., etc., Cada una de estas atrocidades es la marca de la bestia en la memoria de cada uno de nosotros, un bochornoso “delito de odio” cometido por una Nacional Socialista al estilo cubano.
Si la revolución inyectó el odio en una parte de los cubanos a su favor y como consecuencia generó el odio de los cubanos en contra ¿Qué pasará el día que los castros mueran? ¿Cuánta sed de venganza se cobrará entre cubanos? Seguramente habrá muchos que querrán aplicar justicia con sus propias manos a estos esbirros que tanto daño hicieron por años. ¿Qué será de ese pueblo casi infantil que no sabe vivir sin un enemigo, que cree fehacientemente que existe sólo el negro y el blanco como color de vida, sin matices, sin diversidad? ¿Qué costos tendrá el convivir con las diferencias políticas, ideológicas, religiosas... dentro del mismo país? ¿Cuánto tiempo nos tocará sanarnos de esta enfermedad de dolor y odio y viceversa?
DATOS DE INTERÉS:
Delito de odio
De Wikipedia, la enciclopedia libre
Los delitos de odio (en inglés, hate crimes) tienen lugar cuando una persona ataca a otra y la elige como víctima en función de su pertenencia a un determinado grupo social, según su edad, raza, género, identidad de género, religión, etnia, nacionalidad, afiliación política, discapacidad u orientación sexual.1
"Un delitos de odio es una conducta violenta motivada por prejuicios, y su producción y reproducción parecen propias de las sociedades humanas a lo largo de la historia." Esta forma de definir los crímenes de odio que plantea María Mercedes Gomez en el texto "Los usos jerárquicos y excluyentes de la violencia" puede entenderse como una forma de violencia dirigida a personas que pertenecen a un grupo específico, ya sea social, racial o étnico o que tengan una tendencia sexual o religiosa catalogada como "diferente".
La manera en que los prejuicios son establecidos depende del contexto social y de los estereotipos que la misma sociedad ha ido creando. Tales prejuicios y en general la violencia que generan, tienen como causa "la necesidad de marcar diferencias entre colectividades hegemónicas y no-hegemónicas" por el miedo de los primeros de perder algunos privilegios. La unificación y la repetición de los prejuicios creados por la sociedad son una forma de legitimar los actos violentos realizados por algunos grupos específicos.
Los delitos de odio son vistos por muchos como una forma de de realizar las acciones que el Estado no tuvo la capacidad de asumir. Un ejemplo de esto podría ser el paramilitarismo que intenta establecer el orden donde el Estado no tiene presencia. De igual manera estos actos se han convertido en una forma de "violencia discriminatoria" no sólo, como ya se mencionó, contra grupos étnicos sino también muchas veces contra mujeres, siendo éstas vistas, según lo plantea Catharine A. Mackinnon en "Feminismo, Marxismo, método y Estado: hacia una teoría del derecho feminista", como dominadas por el género masculino. Éste es el encargado de medir la igualdad en la ley y por lo tanto será bajo el punto de vista de ellos que se mida la discriminación sexual. Siendo esta medida un tanto subjetiva, se podrían llegar a cometer crímenes de odio contra grupos de mujeres específicos, como lo son las prostitutas, sin que estos sean sancionados de manera indiscriminada sin tener en cuenta ningún prejuicio. Los Estados, preocupados por la situación existente antes mencionada, han creado leyes contra la discriminación y, en concreto, han creado estatutos contra los crímenes de odio con el fin de brindar protección especial a los grupos que se ven afectados por estas prácticas violentas.
Se puede concluir que la conducta violenta o los delitos de odio varían dependiendo del contexto y de los prejuicios que tenga una sociedad específica, pero que de igual manera está presente en todas las sociedades, las cuales ya han ido creando medios para solucionar ésta situación.
Esbirro
1. m. desp. Persona pagada por otra para que lleve a cabo acciones violentas en su lugar:
contrató a varios esbirros para que destrozaran el local.
2. El que se dedica profesionalmente a ejecutar las órdenes violentas de una autoridad:
los esbirros del tirano.
Nos salva el amor por nuestra Patria abusada, y eso es mas grande que el odio!! en la vida se aprende con dolor o con amor nos toco la dificil, y con amor la vamos a recuperar y sanar.
ResponderEliminarMuy atinado tú articulo Anastasia, una muy valiosa herramienta para desenmascarar ante la opinión publica internacional, a la tiranía imperante en nuestra patria y sus maneras de obrar.
ResponderEliminarEl Castrismo, comparable en métodos y crímenes al Fascismo o al Estalinismo, practica el terrorismo de estado contra la población, una vez atemorizada esta, y conocedores del alto precio a pagar al disentir, logran reprimirla de mostrar abiertamente su descontento. Esto justifica porque tantos hemos decidido marchar al exilio.
Con tu artículo me recuerdas una frase del testamento político de Orlando Zapata Tamayo (asesinado el 2010-04-26 al iniciar este una huelga de hambre como protesta a los tratos inhumanos y las golpizas provocadas por sus captores, y dejarle estos morir), escrita a lapiz en la camiseta manchada de sangre que vestía cuando fuera victima de una salvaje golpiza por sus carceleros: "Mi sangre, al servicio de la libertad y de la democracia, de 11 millones de cubanos y de su temor a expresarse por miedo a estar más encarcelados de lo que están. La tiranía pierde apoyo a diario y la libertad anda cerca. Para Cuba la hora del cambio es ya!
Testamento político de Zapata Tamayo en 2009 dedicado a su querida madre Reina Luisa Tamayo.
Escritas a lápiz en una camisa blanca de la que María Luisa no se separa y que ella misma le envío a prisión justo antes de iniciar su última protesta, tras recibir una brutal paliza de sus carceleros, las líneas que entrecruzan este sudario por la libertad reflejan el padecimiento de Zapata en prisión y suponen la más fiel denuncia contra la única dictadura que aún perdura en Iberoamérica entre la indiferencia de muchos. Un grito desgarrador por la democracia de un pueblo esclavo de los hermanos Castro.
En una camisa blanca, sin cuello ni mangas y cubierta por su sangre, escrito de su puño y letra con los restos de un humilde lápiz, Orlando Zapata Tamayo, último mártir cubano, muerto tras 86 días en huelga de hambre, dejó su testamento político en su celda de la Prisión Provincial de Holguín:
« Orlando Zapata Tamayo. Hora, tres de la tarde. Ciudad de Holguín. 26 del 10 de 2009. Mi sangre, al servicio de la libertad y de la democracia, de 11 millones de cubanos y de su temor a expresarse por miedo a estar más encarcelados de lo que están. ¡Vivan los Derechos Humanos! ¡Vivan! ¡Vivan las Damas de Blanco! ¡Vivan! Camiseta de preso político y de conciencia. Orlando Zapata Tamayo, quien fuera golpeado el día 26 de octubre de 2009 por la Policía terrorista del dictador Fidel Castro y su hermano Raúl. Fidel y Raúl son terroristas. ¡Abajo Fidel y Raúl! ¡Abajo cincuenta años de dictadura! Fidel y Raúl, sois asesinos. ¡Viva la oposición interna! ¡Viva! ¡Libertad para todos los presos políticos! ¡Libertad!»
Para Reina Luisa Tamayo, Dama de Blanco
Formidable articulo donde con pluma firme dejas al descubierto los lados mas horrendos del castrismo,me maravilla como vas y nos pones en bandeja de plata todas las humillaciones a la que fuimos sucumbiendo por la maldad de un tirano que quiso disfrazarse de pueblo por tanto repetirlo,como lo escuchabamos 8 horas hablando el mismo discurso para conducirnos a la sumision y lo mas terrible a esos cubanos que ha puesto frente a frente en actos de repudio,.Defines conceptos, citas a grandes personalidades ,es una denuncia bien articulada y documentada,me gusto mucho la cita que haces de Daudet.."El odio es la colera de los debiles",Felicidades amiga,me impacto tu voz vigorosa ...gracias ,besoss
ResponderEliminarGracias Ana, gracias Gini, gracias Miguel. Mientras leía la herencia que nos dejó Zapata, estaba erizada y con un dolor profundo en el corazón. Ese es dolor al que me refiero, ese dolor a causa de ver a otros morir por todos nosotros los cubanos, qué impotencia tan grande. Algún día nuestro dolor sanará cuando Cuba sea LIBRE!
ResponderEliminarPodré vivir fuera de mi país por años pero nunca me quitarán el orgullo de haber nacido en esa isla con esos mártires.
Excelente reflexión. Muy interesante. Gracias por compartirlo.
ResponderEliminarRecibe un cordial saludo de todo el equipo de www.lwgalcity.es